jueves, 6 de diciembre de 2012

DOCUMENTOS



CULTURA EMPRENDEDORA EN EL ÁMBITO ESTUDIANTIL 

La educación puede contribuir enormemente a la creación de una cultura emprendedora, empezando por los más jóvenes y en la escuela. Y es que impulsando las actitudes y capacidades emprendedoras, se beneficia a la sociedad, incluso más allá de la aplicación de éstas a nuevas iniciativas empresariales.
En un sentido amplio, el espíritu emprendedor se debe considerar como una actitud general que puede resultar útil en todas las actividades laborales y en la vida cotidiana. Cualquiera puede necesitar, y de hecho va a necesitar en algún momento de su vida, convertirse en empresario o adoptar un comportamiento empresarial.
Por lo tanto, desde el marco establecido por las Cámaras de Comercio, entre los objetivos de la educación tiene que estar siempre presente el fomento de las cualidades personales que constituyen la base del espíritu emprendedor, a saber: “la creatividad, la iniciativa, la responsabilidad, la capacidad de afrontar riesgos y la independencia o autonomía en el trabajo”.
Este tipo de actitudes se pueden impulsar desde la enseñanza primaria y tienen que superar a la mera absorción de conocimientos, siendo un aprendizaje activo. La educación presenta una perspectiva a largo plazo. El alumnado de primaria y secundaria compondrá mañana la ciudadanía activa y muchas de estas personas asumirán un liderazgo empresarial.
El espíritu emprendedor se debería introducir en los sistemas educativos desde el principio como un nuevo enfoque de la enseñanza y como competencia básica. De hecho, en algunos niveles educativos se puede considerar un aspecto transversal y horizontal y una metodología de enseñanza, además de establecerse como una asignatura concreta.
Por consiguiente, para avanzar en el empleo, la igualdad, el crecimiento, la competitividad y la innovación, resulta indispensable fomentar el espíritu emprendedor en la juventud e incluso en la infancia. A este respecto, la educación puede y debe contribuir a la creación de una cultura más empresarial en nuestro país.
Es cierto que cada vez hay más preocupación y actuaciones concretas que pretenden potenciar el espíritu empresarial en los centros educativos españoles. Pero el panorama dista mucho de ser satisfactorio. En términos generales, no hay ningún tipo de orientación hacia el emprender en los programas y dinámicas educativas.

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